Al igual que el Ave Fénix, aunque en su versión 2.0 (en la que la Internet se tornó en el pebetero del fuego sagrado de la posmodernidad), el ciclo que resignificó no sólo los martes en Buenos Aires, sino también la manera de comprender el indie en los 2000, ha experimentado una reinvención sobre la base de su naturaleza.
Tras tomar la forma de un laboratorio sonoro, cultural y tribal de experimentación semanal, Indiefuerte llega a Montevideo.
No se trata de una decisión intempestiva. Tampoco oportunista. Surge para acompañar y visibilizar a una nueva generación del indie local, que creció de tal manera que encontró su espacio propio dentro de las escenas musicales nacionales.
La independencia artística llenó de prepotencia a una avanzada de grupos y solistas cuyo desparpajo encontró receptáculo y receptores. Por lo que la escena, pese a padecer la adversidad y la ignominia, creyó en su sustancia y puso a prueba su instinto de supervivencia.
El ciclo que fue en Buenos Aires testigo de varios artistas chicos que devinieron en figuras referenciales en estos últimos años, y se consolidó como el muestrario del pop independiente de la otra orilla del Río de la Plata, pisa fuerte en Montevideo.